jueves, marzo 15, 2007

Paranoia de miércoles a la noche.

- Hasta mañana Enrique, que pases bien.
Me despido del conductor del programa de la noche, que viene conmigo hasta cerca de mi casa.
Desde esa esquina donde nos separamos, me restan 2 cuadras, oscuras y solitarias, hasta mi casa que esta noche parecen más largas que de costumbre.

Enseguida noto que mis pasos hoy se sienten más fuertes que otras veces. Sólo ellos resuenan en un clima enrarecido. Parece la calma previa a una gran tormenta. Hace calor, las hojas de los árboles yacen inmóviles, no hay una sola estrella en el oscuro cielo, y unas nubes con un tono rosado dejan entrever que hay algo allí arriba esperando el momento justo.

Un gato amarillo recorre la calle como todas las noches. Lo llamo. Me mira desde lejos, un poco asustado, sin saber que hacer. Luego de unos segundos, prosigue su camino. Igual yo.

Pronto, veo dos sujetos que se aproximan frente a mi.
Uno de ellos va con su bicicleta a tiro por la calle. El otro, lo acompaña desde la vereda. Ambos conversan. Los sigue un perrito también amarillo.

Mi paso se apresura. Tomo el paragüas con más firmeza. Me concentro más en mis pasos para no pensar. El chicle ya sin sabor, se pasea de lado a lado de mi boca. Las muelas de la derecha lo mastican, pero ya no lo quieren. Las paletas lo dejan seguir de largo y las muelas de la izquierda lo devuelven casi al instante.

Los sujetos pasan. Todo sigue igual. Mi paso recupera la normalidad, el paragüas respira...


Llego a casa, prendo la televisión, me preparo algo de comer y me siento a la mesa. Paso por la pc a escribir algo, revisar mi correo y hacer mi recorrido usual. De seguro pasaré por la ducha, y luego me iré a la cama. Leeré algunas páginas de "El bar del infierno" y me dormiré para mañana volver a recorrer esas, y otras calles.

No hay comentarios.: