Una lágrima que corre por mi mejilla,
intenta convencerme de que lo que he hecho
ha sido lo correcto. Me cuesta creerle...
Otra lágrima corre ahora...
Repite lo mismo que la anterior...
Pero tampoco puedo creerle.
Una a una siguen saliendo.
Me hundo así en un mar de verdad.
Yo en el fondo se que tienen razón, pero...
¿Por qué me cuesta creerlo entonces?
¿Por qué no se alivianó el peso en mi espalda?
Para dejar de sentir un amor tan fuerte
como el que yo sentí por ti,
tiene que haber un por qué.
Yo nunca lo tuve...
¿Será acaso que sigo sintiéndolo?
Mi confesión no alcanzó
para traerme la tranquilidad
que con ella buscaba.
Quizás no fueron mas que palabras,
explicando algo que no tiene explicación.
"Ti": Te quiero...y ahora que sabes que sentí mucho más que eso, te agradezco...te agradezco que sigas allí, como siempre, porque necesito que me sigas haciendo reír para olvidar todo esto y lo que la vida diariamente va cargándome en la espalda...
(¿Soy mejor filósofo que escritor, no?) : )
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